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¿Existe el divorcio católico?

Hace poco empecé a apoyar en el equipo parroquial encargado de las charlas prematrimoniales y me di cuenta que existen parejas que deciden dar el paso hacia el matrimonio sin estar plenamente convencidos de lo que es el Sacramento. Nuestras parroquias hacen su propio esfuerzo por instruir a las parejas que están en el camino al altar, pero muchas veces los cursos, aunque tratan de cubrir los puntos importantes sobre el Sacramento en el menor tiempo posible, no siempre hacen una pausa para preguntar a los “novios” sobre las razones que los acercan a esta decisión de vida.

Pero como la Iglesia Católica no nos deja desamparados, contamos con varios puntos de referencia para descubrir la verdad en los momentos más importantes de nuestra vida. En el caso del matrimonio tenemos el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) y algo llamado Derecho Canónico. Entonces sabemos con certeza que para que un hombre y una mujer se casen, se requiere consentimiento, que es “un acto de la voluntad de cada uno de los contrayentes […]”. Si esta libertad falta, el matrimonio es inválido” (CIC 1628). Cuando se habla entonces de “nulidad” no significa que un matrimonio que sucedió hace años ahora tiene permiso de la Iglesia para divorciarse, sino que nunca existieron los elementos necesarios para que fuera válido.

En territorio católico el término “divorcio” corresponde a la unión civil no a la unión sacramental.  Pues lo que celebran los contrayentes (hombre y mujer que deciden casarse) es una ALIANZA. Esto significa que su vínculo no está sujeto a ciertas condiciones estipuladas en un contrato, más bien el Matrimonio implica una condición de vida que, con la gracia de Dios, la pareja recibe las gracias necesarias para vivir en comunidad y entrega total hasta el día que la muerte los separe. Las personas que se casan por la Iglesia deben tener presente que “en la salud y en la enfermedad” significa un ejercicio continuo de la inteligencia y voluntad para ser fiel a la persona amada, ayudarla a llegar a su plenitud y por encima de todo buscar su bien antes que el propio.

Revisemos entonces lo que se requiere para celebrar el Sacramento del Matrimonio Católico:

  1. Un hombre y una mujer que deciden casarse libremente.

  2. Consentimiento de ambos esposos sobre el sacramento y lo que implica.

  3. Decir las palabras del rito sacramental: “Yo te acepto a ti…”, de preferencia ante su comunidad parroquial.

Para asegurarse de que no existan impedimentos graves como que uno de los contrayentes tenga otra familia, o que no sea un matrimonio forzado, los sacerdotes hacen cuestionarios y entrevistas a los novios y así aseguran que están listos y dispuestos para su boda. Entonces, ¿si pasan todos estos filtros cómo es que un matrimonio puede considerarse “nulo”?

La realidad es que los sacerdotes hacen su trabajo, pero si alguien quiere actuar de mala fe o de verdad se acerca al sacramento por las razones equivocadas, es muy difícil que se descubran sus intenciones con un cuestionario y una entrevista. Todavía después de celebrado el matrimonio puede que ni siquiera los esposos sepan que no están viviendo la vocación en plenitud. El problema llega cuando se dan cuenta que no es lo que querían y que tal vez no aman a su esposo(a) tanto como decían.

Cuando esto pasa y empiezan a buscar la forma de separarse, el divorcio surge como la única respuesta. Pero la realidad es que valdría la pena evaluar si su caso puede o no aplicar para considerarse como “nulo” por no haber contado con lo necesario para celebrarse en pleno consentimiento y aceptación del sacramento. El proceso no es fácil e implica investigaciones profundas sobre los hechos, las causas, entrevistas y evidencia, como cualquier caso legal, pero ante un juzgado canónico.

Así que como jóvenes comprometidos con nuestra fe, nos toca alzar la voz cuando escuchamos que nuestros conocidos deciden casarse por la Iglesia sin que en realidad crean en el sacramento. Algunas llamadas de alerta pueden sonar así:

“Nos vamos a casar porque es el sueño de mi novia, yo no soy católico la verdad.”“Nos dieron un curso patético, y la verdad es que no creemos nada de lo que dicen.” “Vamos a casarnos para que Dios nos bendiga y pero no vamos a ir a misa los domingos.” “Como sus papás son católicos, pues les vamos a dar el gusto de que vean a su hija casada.”

Justamente cuando una pareja embarca en su vida matrimonial partiendo de la idea de que solo fueron a la iglesia por las fotos y el vestido blanco, existe el riesgo de que su matrimonio no haya sido válido. Claro está que al obtener el sacramento, Dios también provee la gracia para que los esposos perseveren,  pero ¿no sería mejor que evitemos que nuevas familias se formen basadas en ideas erróneas sobre cómo se vive la fe?

Así que a continuación les propongo unos cuantos consejos que pueden ser útiles cuando nos encontremos con una pareja de las que hablamos :

Plantear si han revisado las razones por la que se casan:

  1. “Sé que si te casas con ella es porque la quieres hacer feliz, pero no crees que sería importante ser sincero y no contraer compromisos a nivel espiritual, especialmente si no eres católico. Valdría la pena cuestionarse si el sacramento es lo que realmente quieren o si la ceremonia civil bastaría.”

Compartir conocimientos sobre el valor de vivir en gracia

  1. “Los cursos prematrimoniales no siempre le hablan a todos los públicos, pero si gustas podemos platicar sobre lo que la Iglesia propone y ofrece para ayudarles a vivir una relación plena y una vida en comunidad. Recuerden que Dios no nos quiere llenar de reglas para divertirse con cuanto nos prohíbe, sino para guiarnos por el camino que más nos conviene.”

Compartir con alegría la experiencia de vivir la misa dominical

  1. “Mi familia y yo vamos a misa los domingos y por más loco que parezca a mí me ayudan mucho las lecturas, la música, la homilía del padre,… es como si cada semana tuviera una oportunidad para empezar con un buen propósito y más centrada en lo que realmente valoro de mi vida.”

Invitar a que actúen por convicción y conocimiento

  1. “Pienso que es arriesgado casarse sólo porque los suegros lo piden. Qué tal si primero lo platican entre ustedes, leen un poco sobre las implicaciones y efectos del sacramento y luego definen si es lo que quieren hacer para unir sus vidas. Yo tengo un libro que se llama Catecismo, si quieres se los presto para que lean todo lo que el sacramento tiene para ofrecerles.”

Estas son solo algunas de las cosas que podemos hacer para avivar un poco la duda en aquellos que quieren casarse pero andan un poco perdidos. Hablar de la verdad sólo toma un poco de valor, delicadeza y mucha alegría de nuestra parte para compartir cómo nuestra vida ha cambiado al vivir en gracia. Si estamos convencidos de que cumplir los mandamientos y aceptar lo que la Iglesia propone, nos lleva a una vida más plena, entonces les invito a compartirlo.

En mi experiencia les puedo decir que estar casada sabiendo que mi esposo y yo creemos en Dios, estamos abiertos a la vida -sin usar anticonceptivos-, buscamos pertenecer a la comunidad parroquial y nos avivamos escuchando el Evangelio de los domingos, me da la certeza de que nuestra misión de estar juntos y ser fieles está acompañada de la gracia divina que nos da constantemente regalos, espirituales y materiales, para ayudarnos a llegar juntos al cielo.

Espero esta breve introducción a la nulidad matrimonial te ayude. Gracias como siempre por compartir tus comentarios, dudas o sugerencias.

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