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El Bitcoin y Dios

No sé si les ha pasado que han escuchado en alguna noche de películas o tragos escuchar la palabra “Bitcoin”… o incluso preguntarle a algún amigo: “¡Oye! Y tú… ¿a qué te dedicas?” y tener como respuesta: “Yo estoy metiéndome con el tema de los Bitcoin”.

Las primeras veces que escuché sobre estos amiguitos llamados Bitcoins, quedé china, en blanco, sin entender mucho e incluso pretendiendo saber del tema. Luego de buscar en internet, preguntar a conocidos, etc; hoy entiendo lo que es. Con mis propias palabras y de manera sencilla puedo decirles que es una moneda virtual, que surgió en 2009 y que por los momentos solo tiene sustento en bancos chinos.

Esta es una frase que nos comparte la sabiduría de Wikipedia:

Bitcoin es un proyecto innovador en constante evolución y cambio. Si bien los desarrolladores recomiendan investigar cómo funcionan antes de invertir en ellos o abrir una cartera para utilizarlos, también consideran que tiene la capacidad de cambiar el mundo en términos económicos. Link

Sin embargo, no vinimos a hablar de términos económicos o de recomendaciones si invertir tus ahorros en Bitcoins o no. Si no me gustaría compartirles una reflexión que tuve al tratar de entender esta nueva moneda. “El Bitcoin es como la gracia de Dios” y ¿cómo así?… se preguntarán algunos. ¡Pues sí! El Bitcoin existe y la gente cree en él, está haciendo que a muchos les vaya muy bien pero al final, NADIE logra explicar con claridad y certeza qué es.

Por esta razón es que al pensar en Bitcoin, vino a mi cabeza: “…así funciona la gracia de Dios”

¿Qué es la gracia?

El número 1997 del Catecismo de la Iglesia Católica nos da un concepto de qué es la gracia :

La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como “hijo adoptivo” puede ahora llamar “Padre” a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.

En pocas palabras podríamos decir que la gracia es aquello que Dios nos da para poder lograr algo.

¿Por qué el Bitcoin y la gracia?

Como les comentaba anteriormente, el Bitcoin es una moneda que muchos están usando, genera ingresos, la gente invierte sus ahorros, pero muy pocos saben cómo funciona. Lo mismo nos pasa con la gracia de Dios… muchas veces el único tipo de oración que hacemos es: “Señor necesito, tu ayuda”, “Señor sácame de esto o aquello”… algunas veces Dios responde y otra veces tarda más tiempo. Sin embargo, nunca dejamos de pedirle ayuda a Dios. No sabemos cómo funciona la gracia, pero seguimos implorándola; no sabemos en cuánto tiempo hará efecto, pero confiamos. Lo único que sí tenemos claro es de dónde viene.

A diferencia del Bitcoin, que no tiene ningún aval por parte de ningún gobierno, la gracia está avalada por Dios… y ¿qué mejor aval que ese?

La gracia no tiene riesgos

Una de las principales angustias que he visto en mis amigos que deciden meterse en el mercado de los Bitcoins es el riesgo que representa… el mercado no es muy estable que se diga. Así como ha llegado a los 2250$ por Bitcoin, ha llegado a 0$ y puedes haber invertido mucho o poco, pero si cae el mercado o sube, pierdes o ganas.

Por otro lado, aunque no sepamos a ciencia cierta cómo funciona la gracia de Dios, nunca falla. Dios es un Padre bueno y quiere el bien para sus hijos. Como dice Él en Mateo 7, 7-8:

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.…

¿Cómo pido la gracia de Dios?

El catecismo nos dice en el número 1999: “La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla…”

Lo único que tenemos que hacer es pedirle a Dios y Él escuchará nuestra súplica… no caigamos en la desesperanza cuando no recibimos respuestas inmediatas, porque el tiempo de Dios no es el mismo que el nuestro; y solo Él sabe cuándo y cómo debe administrarnos su gracia.

Conclusión

Aunque muchas veces no sepamos cómo funcionan las cosas de Dios, sí sabemos que con Dios nunca nos estaremos equivocando. ¡No tengas miedo de pedirle ayuda a Dios! Su gracias es el impulso que todos necesitamos.

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