Respuesta

Esto que te pasa es común hasta para los santos(as) y místicos(as) más grandes de la historia. Incluso Jesús, el día antes de morir, en Getsemaní, seguramente no “sentía” muchas cosas bonitas. Pero hay que recordar algo: “Quien sólo ora según sus apetencias no toma a Dios en serio y pierde la práctica de la oración. La oración vive de la fidelidad” (Youcat #490).

La oración es algo que cuesta. A veces Dios nos permite sentir mucho, sentirle a Él, sentir sensaciones como felicidad, paz, quietud… Pero la oración también puede ser una lucha. Por ello San Ignacio de Loyola llamó “ejercicios” espirituales a ese gran tesoro que nos dejó. El ejercicio espiritual es como el ejercicio físico: cansa, requiere perseverancia, esfuerzo, lucha, dedicación. Es algo que se aprende.

Jesús no está lejos de ti cuando lo sientes menos. Siempre que tú estés con Él (que estés sin pecado grave), Él está contigo.

Hay, sin embargo, cosas que podemos hacer para orar mejor. Te recomiendo éstas:

- Elige un tiempo específico en tu día para orar.
- Apaga todo aparato electrónico, teléfono, distracción.
- Cierra tus ventanas interiores, y busca a Jesús dentro de ti.
- Toma la Palabra de Dios, y di: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.
- Lee un poco y sé constante.

No puede fallar esto, pues Dios es el primero que quiere hablar contigo. Y no es difícil, pero hay que perseverar. Una última cosa: si puedes lee la cuarta y última parte del catecismo de la Iglesia o el YouCat. Ahí hay unos consejos buenísimos.

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